Japón y el mundo
Los japoneses no necesitan el mundo, tienen al mundo en su país.
Dicen que sólo a partir de los años 60 la gente pudo salir al extranjero, antes las condiciones económicas eran muy duras. Hoy, viajar a occidente es más accesible para un público popular. Eso sí, su viaje suele ser siempre guiado por alguien que ya tiene contacto con el otro lado del planeta.
En general, en las calles, nadie habla inglés, ni siquiera en el servicio de los hoteles, lo que complica la comunicación con los turistas, aunque todos sean amables y serviciales tratando de ayudar al extranjero.
Llama la atención que todo un pueblo pueda manejar con tanta destreza los códigos tecnológicos y de modernidad, y no saber lo mínino de inglés. Es interesante esta convivencia extraña entre una forma de lo moderno y la tradición.
Efectivamente, se ve un país auto-referido, país que se mira a sí mismo, no necesita de los demás, tiene todo al alcance de las manos.
A pesar de ello, no dejan de aparecer grandes símbolos de occidente que marcan la presencia de algo que, del otro lado del océano, propone cosas distintas. Made in Italy, la mirada del vaquero de Marlboro, un afiche de un film de Hollywood, los carteles de cigarrillos Kent por los cielos. Entre tantas otras cosas, son formas de ver cómo unas migajas de lo occidental se meten en la dinámica comercial japonesa.
Pero quizás la manera más clara de comprender la diferencia entre el occidente y el mundo oriental es encontrarse con un baño público, en él aparece el cartel Western style, para identificar el tipo de usuario y de baños (retrete) que se ofrece. ¿No será que el texto podría ser una referencia al western style of life?
Publicado originalmente en «Viajar, Mirar, Narrar» (2018).